Construyendo paz desde lo invisible
Este 24 de mayo conmemoramos el Día Internacional de las Mujeres por la Paz y el Desarme, una fecha que me invita —como profesional y como mujer— a reflexionar profundamente sobre la fuerza transformadora del cuidado y la empatía.
Quiero comenzar dando las gracias de corazón por poder colaborar, de forma totalmente desinteresada, con un espacio de radio que me permite compartir voz y pensamiento. Es un regalo poder hablar desde lo humano, lo íntimo y lo social, con la esperanza de que estas palabras siembren algo en quien escucha.
La historia está llena de mujeres que han sido verdaderas arquitectas emocionales de la paz. Mujeres que han cuidado en medio de conflictos, que han sostenido la vida cuando todo parecía desmoronarse, que han sanado con su palabra, con su presencia, con sus gestos más pequeños. Desde espacios públicos, sí, pero también desde lo cotidiano: la cocina, una mirada, una escucha atenta, una red de apoyo entre amigas.
Desde la psicología de la paz, entendemos que esta no es solo la ausencia de guerra, sino un estado activo de construcción emocional, prevención de violencia, equidad y reparación. Y es en esa tarea donde tantas mujeres han estado presentes sin que su labor fuera reconocida como política, cuando en realidad lo es profundamente.
Cuidar no es un gesto débil: es un acto revolucionario de amor. Y en un mundo que a menudo celebra la fuerza como dominación, es hora de dar espacio y valor a otras formas de poder: al poder de consolar, de sostener, de sanar.
Recordar historias como la de Leymah Gbowee, la mujer que lideró una protesta pacífica de mujeres en Liberia y logró un acuerdo de paz tras 14 años de guerra, nos muestra que la resistencia también puede ser silenciosa y desarmada, pero profundamente efectiva.
Hoy quiero invitarte a que te hagas una pregunta:
¿Qué puedo hacer yo por la paz? ¿A quién sostengo, y quién me sostiene a mí? ¿Cómo puedo transformar mi enfado en palabra, y mi miedo en empatía?
Porque sí, la paz empieza dentro. Y cada gesto —por pequeño que sea— cuenta.
Con gratitud,
María Jesús Crespo
Psicóloga y Sexóloga