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Contra la Violencia de Género

Cómo afecta, señales y cómo ayudar

Como psicóloga y sexóloga, cada año en este día reflexiono sobre un tema que, tristemente, sigue vigente: la violencia de género. Una realidad que afecta a mujeres y niñas en todos los rincones del mundo.

La violencia de género no siempre es visible. Muchas veces, no se manifiesta con golpes, sino con manipulación emocional, control financiero, amenazas o aislamiento. Estas formas de agresión suelen ser tan devastadoras como las físicas, erosionando poco a poco la autoestima y la autonomía de las víctimas.

Lo importante es entender que esta violencia no surge de una simple discusión o desacuerdo de pareja. Se trata de un problema estructural, profundamente arraigado en nuestra sociedad, donde la intención es ejercer control y sometimiento basado en la desigualdad de género.

Distinguir lo que es y lo que no es violencia de género

No toda discusión en una relación implica violencia de género. Por ejemplo, desacuerdos sobre decisiones importantes, como mudarse o dividir responsabilidades, no constituyen violencia siempre que se aborden con respeto mutuo. Pero cuando se cruzan límites con humillaciones, imposiciones o falta de respeto, el escenario cambia.

El signo más claro de violencia de género es la intención de someter, controlar y dañar a la otra persona. Esta dinámica puede manifestarse en todas las esferas: desde el hogar hasta las relaciones laborales o digitales.

Identificar señales y actuar

Reconocer las señales es fundamental para brindar apoyo. Cambios en el comportamiento, tristeza, aislamiento, nerviosismo excesivo, ausencias laborales frecuentes, o cambios en la apariencia física pueden ser indicios de que alguien está sufriendo.

¿Qué podemos hacer? Escuchar sin juzgar, ofrecer apoyo emocional y proporcionar información sobre recursos de ayuda son pasos cruciales. Recordemos que presionar o confrontar al agresor puede ser peligroso para tod@s.

Derribemos los mitos

Todavía persisten falsos mitos que minimizan este problema:

  • “La violencia de género solo ocurre en familias desestructuradas”: No, afecta a todas las clases sociales, culturas y niveles educativos.
  • “Si no lo deja, es porque le gusta vivir así”: Las barreras para salir son múltiples: miedo, dependencia emocional, económica o la falta de una red de apoyo segura.

Un cambio necesario

Como sociedad, debemos continuar trabajando en la prevención, educación y sensibilización. Erradicar la violencia de género requiere un esfuerzo colectivo, desde el sistema judicial hasta cada hogar.

Hoy, más que nunca, reitero mi compromiso para seguir alzando la voz, escuchando y acompañando a quienes lo necesitan. Porque no hay lugar para la violencia, y el respeto y la igualdad deben ser nuestros pilares.

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El Derecho a la Infancia

Un Tema de Vital Importancia

El 20 de noviembre se conmemora el Día Internacional de los Derechos de la Infancia, un recordatorio importante de que, a pesar de los avances que hemos logrado en muchas partes del mundo, sigue existiendo una gran vulnerabilidad en la infancia global. Hoy, exploramos los derechos fundamentales de los niños, su importancia desde una perspectiva psicológica y cómo ha evolucionado el concepto de infancia a lo largo del tiempo.

Los Derechos Fundamentales de la Infancia

Uno de los pilares de la protección infantil es la educación. Un derecho fundamental que debe garantizarse no solo en cantidad, sino también en calidad. En muchos países, millones de niños aún no tienen acceso a una educación adecuada. Se debe resaltar la importancia de proporcionar una educación inclusiva y de calidad para todos los niños. Un ejemplo claro es el caso de Malala Yousafzai, la activista pakistaní que luchó por la educación de las niñas en su país y pagó un alto precio por ello, pero cuyo legado sigue siendo un símbolo global de la lucha por la educación.

Otro derecho esencial es el derecho a la salud, que abarca desde el acceso a servicios médicos hasta una alimentación sana. La vacunación y la prevención de enfermedades son temas cruciales para garantizar la salud y el bienestar infantil.

Asimismo, los derechos de l@s niñ@s incluyen vivir libres de violencia. Un caso destacable es Suecia, que en 1979 prohibió el castigo corporal en menores, lo que ha demostrado tener un impacto positivo en la cultura de respeto hacia los niños.

El Cambio Generacional en la Educación y el Ejemplo Familiar

Hoy en día, los métodos educativos y las estructuras familiares han cambiado notablemente. En generaciones anteriores, los modelos familiares eran más tradicionales y los castigos físicos eran más comunes, aunque con el tiempo la sociedad ha evolucionado hacia enfoques más respetuosos y libres de violencia.

Sin embargo, aún persisten desafíos en la educación, como el aumento del estrés en los niños debido a las altas expectativas académicas. Aunque la competencia puede ser beneficiosa en algunos contextos, l@s niñ@s necesitan tiempo para jugar y descansar. La presión académica excesiva está generando un aumento en las consultas psicológicas infantiles, lo que indica que es necesario replantear los métodos educativos actuales.

La Tecnología: Una Influencia Dual en la Infancia

La tecnología ha transformado radicalmente la infancia. A pesar de los beneficios que ofrece, como el acceso a herramientas de aprendizaje digital y una mayor creatividad, también presenta riesgos, como el sedentarismo y el ciberacoso. La tecnología ha cambiado la forma en que los niños interactúan y juegan, limitando en muchos casos el tiempo al aire libre y las interacciones cara a cara.

El equilibrio entre el uso adecuado de la tecnología y el tiempo al aire libre es esencial para el desarrollo saludable de los niños. Si bien la tecnología puede ser una herramienta poderosa para la educación, no debe sustituir las experiencias sociales y físicas que solo se obtienen en entornos naturales y en contacto directo con otros niños.

Reflexiones sobre el Futuro de la Infancia

El futuro de la humanidad depende de la infancia actual. Es fundamental que la sociedad, las familias y los educadores trabajen juntos para garantizar que los derechos de los niños sean respetados y protegidos. El cuidado, la educación, la salud y la seguridad son esenciales para que l@s niñ@s puedan desarrollarse plenamente y alcanzar su máximo potencial.

Hoy, en comparación con generaciones pasadas, los niños tienen más derechos protegidos, pero también enfrentan nuevos retos. Es vital que reflexionemos sobre cómo educamos, qué ejemplo les damos y cómo garantizamos que su entorno sea seguro y respetuoso. Esto incluye fomentar el respeto mutuo, la empatía y la creatividad, mientras se establecen límites saludables y claros que les ayuden a crecer en un ambiente equilibrado.

Conclusión

El derecho de la infancia es un tema que requiere nuestra constante atención y reflexión. Si bien hemos logrado avances significativos en la protección de los derechos de los niños, la evolución de la sociedad y la familia presenta nuevos desafíos que deben abordarse. Educar a l@s niñ@s con amor, respeto y responsabilidad es esencial para construir una sociedad más justa y equitativa para las futuras generaciones.

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Solidaridad en tiempos de crisis

Un llamado a conectar con nuestra humanidad

La solidaridad es ese hilo invisible que nos conecta y fortalece en momentos difíciles. Nos recuerda que, en realidad, todos somos parte de una gran comunidad, una especie de “tejido social” que se activa cuando alguien a nuestro alrededor necesita apoyo. Este concepto se vuelve crucial en situaciones de emergencia y catástrofes, como las que hemos experimentado recientemente. En estos escenarios, ser solidari@ no solo se trata de dar, sino de convertirnos en apoyo mutuo, de ser parte de una red de ayuda.

A veces, cuando pienso en la solidaridad, me viene a la mente la imagen de los árboles: bajo tierra, sus raíces se entrelazan y se sostienen mutuamente. Así, cuando un árbol está débil, el resto le envía nutrientes y apoyo. De la misma forma, podemos hacer mucho desde los gestos más simples. La ayuda no siempre es material; puede consistir en ofrecer nuestro tiempo, nuestra escucha, o incluso algo tan sencillo como una sonrisa que tranquilice a alguien que lo necesita.

Es natural que, en momentos de crisis, salga lo mejor y lo peor de las personas. Podemos ver gestos hermosos de apoyo, con personas que, sin pensarlo, ofrecen su tiempo y esfuerzo. Sin embargo, también surgen actitudes egoístas y destructivas. Estos actos nos muestran la importancia de construir una sociedad con valores sólidos, donde la empatía, la generosidad y el respeto sean el centro de nuestras acciones.

Es fundamental recordar que la solidaridad es una decisión consciente. Ser solidari@s significa estar presentes y ser sensibles a lo que ocurre a nuestro alrededor. No es solo dar cosas materiales, sino también nuestro tiempo y energía. De hecho, estos pequeños gestos, aunque parezcan insignificantes, pueden marcar la diferencia.

Así que, en un mundo que a veces se muestra complejo y desconectado, hagamos el esfuerzo de volver a nuestras raíces y conectar desde la humanidad. Puede que el acto más simple y generoso que hagamos hoy, por pequeño que parezca, sea ese empujón que alguien necesitaba.

 

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La DANA y sus efectos psicológicos

La importancia de la resiliencia y el rol de la salud mental

En los últimos días, muchas personas en diferentes poblaciones de España han sufrido el azote de la naturaleza con una fuerza devastadora. La DANA ha dejado lodo, coches amontonados, viviendas destrozadas y, más allá de los daños materiales, ha dejado cicatrices invisibles en quienes han vivido esta experiencia traumática.

El miedo como respuesta natural

Uno de los primeros sentimientos que aparece ante una catástrofe como la que hemos vivido es el miedo. Este temor a perder la vida o a perder a nuestros seres queridos es completamente natural y se manifiesta de forma intensa y profunda en situaciones de emergencia. En lugar de reprimirlo, siempre recomiendo que reconozcamos y hablemos de este miedo: verbalizar lo que sentimos puede ayudarnos a aliviar la tristeza y la angustia que nos acompaña en estos momentos difíciles.

En estos casos, el miedo puede llegar a paralizar, pero también puede ser una herramienta de conexión con quienes más amamos, permitiéndonos valorar aún más el tiempo que compartimos con ell@s.

El impacto de la incertidumbre y la importancia de la seguridad

Los primeros momentos de una catástrofe suelen estar acompañados de un estado de shock y de bloqueo, ya que nuestra mente necesita tiempo para procesar lo ocurrido. En estos momentos es fundamental que los profesionales, familiares y amig@s transmitan calma y seguridad. Cuando logramos reducir la incertidumbre, ya sea asegurándonos de que nuestros seres queridos están bien o sabiendo que los servicios de emergencia están actuando, nuestro cerebro comienza a adaptarse y nuestra respuesta emocional se estabiliza.

La resiliencia y el cambio de valores tras la tragedia

La resiliencia es la capacidad de las personas para superar la adversidad y crecer a partir de ella. Es natural que, después de una experiencia tan dura, muchas personas experimenten un cambio en sus prioridades y valores. Desde mi experiencia profesional, he visto cómo el dolor y la pérdida pueden ser transformadores. En situaciones como estas, solemos desarrollar una mayor empatía, una apreciación más profunda por la vida y una nueva perspectiva sobre lo que realmente importa.

El rol de los profesionales y la importancia del autocuidado

Las personas que trabajamos en la ayuda psicológica durante estos momentos también necesitamos tener un tiempo para procesar lo que vivimos y escuchamos. Como profesional, recomiendo que l@s trabajador@s en situaciones de emergencia respeten su tiempo de desconexión y descanso, rodeándose de familiares y amig@s que los apoyen.

Reflexión final

En momentos de gran dolor y pérdida, nunca debemos subestimar la importancia de cuidar las heridas invisibles que estas catástrofes dejan en nosotr@s. Invertir en salud mental es invertir en la capacidad de las personas para sanar, renacer y construir un nuevo futuro. Hoy, más que nunca, necesitamos poner el foco en estas cicatrices emocionales y acompañar a l@s supervivientes en su proceso de reconstrucción.

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El encanto del miedo

¿Por qué nos atrae lo que nos asusta?

Como psicóloga y sexóloga, a menudo me pregunto por qué experimentamos una fascinación tan poderosa por el miedo, especialmente en fechas como Halloween, cuando lo macabro se convierte en entretenimiento. El miedo, esa emoción que biológicamente debería alejarnos del peligro, parece también tener el poder de atraer a much@s de nosotr@s hacia actividades como las películas de terror, las casas embrujadas y hasta las montañas rusas. Pero ¿qué hay detrás de esta atracción por el miedo? Hoy, quiero ahondar en lo que nos lleva a buscar y disfrutar de estos momentos de tensión controlada y, en última instancia, cómo el miedo puede ser una herramienta para el autoconocimiento.

La adrenalina, una emoción que engancha

En primer lugar, desde un punto de vista biológico, el miedo activa el sistema de respuesta ante el peligro. Cuando sentimos miedo, se desencadena en nuestro cuerpo un «subidón» de adrenalina, lo cual nos genera excitación. Esto es algo que conocemos muy bien: el cuerpo se pone en alerta y concentra toda la energía en prepararse para una posible «lucha o huida». Nos sentimos despiert@s, list@s para responder ante cualquier amenaza. Sin embargo, cuando sabemos que estamos en un entorno controlado, como en una casa del terror o al ver una película de miedo, nuestro cerebro puede disfrutar de esta adrenalina sin la carga de un peligro real. Esta tensión sin riesgo se convierte en un juego psicológico en el que satisfacemos la curiosidad y la emoción en una experiencia “segura”.

La curiosidad por lo desconocido

El miedo está profundamente relacionado con lo desconocido, y como especie somos curios@s por naturaleza. Todo aquello que no comprendemos, como lo sobrenatural, lo inexplicable o lo paranormal, nos despierta una mezcla de atracción y temor. Las temáticas de espíritus, brujas y criaturas místicas tocan estas fibras de lo inexplicable y nos atraen precisamente por esa incapacidad de controlarlas o entenderlas del todo.

La seguridad en la compañía

Halloween también nos brinda una excusa perfecta para conectar con l@s demás. La experiencia compartida del miedo —abrazos repentinos, risas nerviosas y el sentimiento de «sobrevivir» a una casa del terror junt@s— genera lazos, empatía y un sentido de pertenencia. Nos sentimos parte de un grupo que comparte y enfrenta las mismas emociones intensas, lo que fortalece nuestras relaciones y nos hace sentir menos vulnerables.

Enfrentarnos a nuestros miedos, una herramienta de crecimiento

Finalmente, cabe destacar el valor que tiene enfrentarnos a nuestros propios temores. Cuando nos exponemos a lo que nos asusta, estamos poniendo a prueba nuestra valentía y nuestra capacidad de manejar la ansiedad. Esta exposición nos permite darnos cuenta de que, a menudo, el miedo es más grande en nuestra mente que en la realidad, y enfrentarlo nos ayuda a superarlo. Además, el miedo nos recuerda nuestra humanidad, nuestra vulnerabilidad y nos conecta con una parte de nosotr@s que, al ser superada, nos hace sentir más fuertes.

Entonces, la próxima vez que sientas un escalofrío mientras exploras una actividad «terrorífica» en Halloween o en cualquier otro contexto, recuerda que estás en contacto con una de las emociones más antiguas y fundamentales de la naturaleza humana. ¡Disfruta la adrenalina y celebra el miedo seguro!

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Miedo a lo Inevitable

Reflexiones y Claves para Afrontarlo

La muerte es uno de los grandes misterios de la vida. Aunque todos y todas, en algún momento, experimentaremos la pérdida o enfrentaremos nuestra propia mortalidad, es un tema que, de manera natural, evitamos. Puede ser que la evitemos porque nos incomoda o porque nos asusta lo desconocido, pero lo cierto es que, aunque la muerte es parte de la vida, no nos resulta sencillo hablar de ella.

Una de las manifestaciones más comunes en torno a este tema es el miedo a la muerte, conocido en psicología como tanatofobia. Este temor, que puede variar en intensidad, afecta a much@s de nosotr@s en diferentes momentos de la vida. A veces, surge como una preocupación ocasional; otras veces, puede convertirse en una fobia que influye notablemente en nuestro bienestar.

El miedo a morir se relaciona con diversos factores. En ocasiones, tememos lo desconocido, esa incertidumbre de no saber qué sucede después de la muerte. Otras veces, nos asusta la pérdida de control, ya que, aunque sabemos que moriremos, no podemos predecir cuándo ni cómo sucederá. También existe el temor al dolor, tanto físico como emocional, o el miedo a dejar desamparad@s a nuestros seres queridos, especialmente si tenemos hij@s pequeñ@s o personas a nuestro cargo.

Sin embargo, no todas las culturas ven la muerte de la misma manera. En México, por ejemplo, el Día de los Muertos es una celebración en la que se recuerda a l@s fallecid@s con alegría, celebrando la vida que tuvieron y manteniendo su memoria viva a través de altares llenos de color y simbolismo. Esta perspectiva nos muestra que, aunque la muerte es dolorosa, también puede convertirse en una oportunidad para honrar la vida y el legado de quienes ya no están con nosotr@s.

En otras culturas, como la tibetana, la muerte se ve como un tránsito hacia otra vida, lo que puede ayudar a aliviar el temor y a aceptar el proceso como parte de un ciclo natural. Esta visión puede ofrecer consuelo a quienes tienen creencias religiosas o espirituales, ya que les permite creer que, tras la muerte, hay algo más allá.

Las Etapas del Duelo: Un Proceso Necesario

Perder a un ser querido es una de las experiencias más dolorosas que podemos vivir. El duelo es un proceso que incluye diversas emociones, desde la tristeza hasta la rabia, pasando por la negación y, finalmente, la aceptación. Este proceso fue descrito por la psiquiatra Elisabeth Kübler-Ross en su modelo de las cinco etapas del duelo:

  1. Negación: Es la primera reacción ante una pérdida, donde la mente se protege del dolor inmediato al no aceptar la realidad.
  2. Ira: En esta etapa, el dolor se transforma en enfado, dirigido hacia la situación, otras personas o incluso hacia nosotr@s mism@s.
  3. Negociación: Aquí buscamos maneras de revertir la realidad o hacer tratos con el destino, tratando de evitar la pérdida o sus consecuencias.
  4. Depresión: Surge cuando comenzamos a comprender la magnitud de la pérdida y aparece la tristeza profunda.
  5. Aceptación: Finalmente, llegamos a aceptar la pérdida como parte de la vida, y comenzamos a adaptarnos a la nueva realidad sin esa persona.

Es importante destacar que estas etapas no son lineales. Es posible avanzar y retroceder entre ellas a lo largo del proceso de duelo. Además, no todas las personas pasan por todas las etapas de la misma manera, y no hay un «tiempo estándar» para superar una pérdida. Lo esencial es darse el permiso de sentir y de vivir el duelo a nuestro propio ritmo, sin compararnos con los demás.

Afrontar el Miedo y el Duelo

Es fundamental entender que el duelo no es algo que se «supera», sino un proceso que aprendemos a gestionar. Algunas personas encuentran consuelo hablando sobre su pérdida, mientras que otras prefieren guardar su dolor en silencio. Ambas opciones son válidas, lo importante es permitirnos sentir y procesar las emociones a nuestra manera.

El dolor necesita tiempo para sanar, y aunque a menudo tratamos de ocultar nuestras emociones para parecer fuertes, es vital que nos permitamos ser vulnerables. Si sentimos que el duelo nos supera, buscar ayuda profesional, compartir nuestros sentimientos con amigos o familiares, o expresarnos a través de la escritura o la música puede ser de gran ayuda.

Finalmente, la muerte, aunque inevitable, nos enseña a valorar la vida. Nos invita a no dejar pendientes las conversaciones importantes, a decir «te quiero» sin demora y a vivir con la conciencia de que cada día es un regalo.

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¿Perdonar una infidelidad?

Reflexiones y claves para sanar

Hoy quiero hablar de un tema delicado y a menudo difícil de gestionar: la infidelidad. Ya hemos tratado en anteriores ocasiones la importancia del perdón, pero cuando la infidelidad entra en juego, las emociones se intensifican y el proceso de sanación puede resultar mucho más complejo. ¿Perdonar o no? Esa es la gran pregunta que muchas personas se hacen cuando descubren que han sido traicionadas.

La infidelidad y su impacto emocional

En consulta, he trabajado con muchas personas que han sufrido infidelidades y, aunque cada caso es único, la mayoría experimenta un abanico emocional similar: rabia, tristeza, confusión, culpa y, a menudo, un sentimiento de traición tan profundo que resulta difícil de expresar. Pero, ¿por qué algunas personas deciden perdonar y seguir adelante mientras que otras optan por romper la relación?

Cada relación es un mundo, y no existe una única respuesta. Sin embargo, quiero compartir con vosotr@s algunos puntos clave que he observado en quienes deciden perdonar y reconstruir su relación.

Perdonar no significa olvidar

Perdonar una infidelidad no significa que todo vuelva a ser como antes ni que las heridas desaparezcan de inmediato. El perdón, en este contexto, es más un acto de liberación personal que un «borrón y cuenta nueva». Perdonar a la otra persona puede ayudarte a soltar el rencor y el dolor, pero también implica que quien ha cometido la infidelidad debe estar dispuesto a trabajar intensamente para reparar la relación.

Un ejemplo que puedo compartir sin entrar en detalles específicos es el caso de una paciente que atravesó un proceso de perdón hacia su pareja tras una infidelidad. Ella decidió seguir adelante con la relación, pero dejó claro que no estaba dispuesta a hacerlo a cualquier precio. El perdón, en este caso, fue un paso hacia su propia paz mental y no una excusa para minimizar lo ocurrido.

¿Es siempre posible perdonar?

No todas las personas están preparadas para perdonar una infidelidad, y eso también está bien. Algunas veces, la herida es tan profunda que la relación no puede recuperarse, y la mejor opción es seguir caminos separados. Es importante entender que no hay una decisión «correcta» o «incorrecta» aquí. Si decidimos no perdonar, también tenemos que trabajar en soltar la culpa y las expectativas que teníamos de la relación.

En este punto, es crucial entender que el perdón no es automático ni forzado. Requiere tiempo, espacio para procesar el dolor y, sobre todo, honestidad contigo mism@. ¿Estás dispuest@ a reconstruir la confianza? ¿Sientes que la otra persona merece esa segunda oportunidad? Estas son preguntas que sólo tú puedes responder.

Perdonarte a ti mism@

Uno de los aspectos más dolorosos que he visto en personas que han vivido una infidelidad es la tendencia a culparse a sí mismas. «¿Qué hice mal?», «¿Por qué no fui suficiente?». Es crucial comprender que la infidelidad no es reflejo de tus carencias personales. La persona que traiciona lo hace desde sus propias inseguridades, deseos o insatisfacciones, y no tiene nada que ver con el valor de quien ha sido traicionad@.

Si estás pasando por una situación de infidelidad, te animo a que, primero, te perdones a ti mism@. No eres culpable de las decisiones de la otra persona. Tu valor no depende de cómo te hayan tratado, sino de cómo te tratas a ti mism@ tras esta experiencia.

Consejos para sanar tras una infidelidad

  • Dale tiempo al proceso: El perdón, si es que decides concederlo, no ocurre de un día para otro. Tómate el tiempo que necesites para sanar emocionalmente antes de tomar decisiones importantes sobre el futuro de la relación.
  • Comunicación honesta: Si eliges continuar con la relación, es vital que ambas partes se comuniquen de manera abierta y sincera. Hablar de lo que ha ocurrido, de cómo os sentís y de lo que esperáis de ahora en adelante es crucial para avanzar.
  • No ignores tus emociones: El dolor, la rabia y la tristeza son emociones válidas. No las reprimas ni las ignores, ya que hacerlo sólo retrasará el proceso de sanación.
  • Busca apoyo profesional: En muchos casos, la terapia de pareja o individual puede ser una herramienta clave para procesar lo ocurrido y tomar decisiones informadas sobre el futuro.

¿Seguir o terminar?

Al final del día, la decisión de perdonar una infidelidad o terminar la relación es profundamente personal. Lo más importante es que cualquier decisión que tomes esté alineada con tu bienestar emocional y tus valores. Perdonar no te hace débil, pero tampoco lo hace elegir marcharte. Ambas opciones requieren coraje y autocompasión.

Si te encuentras en una situación similar, mi consejo es que te rodees de apoyo, ya sea de un@ profesional o de tus seres queridos. No tienes que atravesar este proceso sol@, y siempre hay una manera de sanar y encontrar la paz, sea cual sea tu elección final.

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El poder del perdón

Un viaje hacia la libertad emocional

El perdón es uno de los actos más poderosos y liberadores que podemos realizar en nuestras vidas. No se trata de justificar, olvidar o minimizar lo que ocurrió, sino de soltar esa carga emocional que nos mantiene atad@s al pasado, y abrirnos a la posibilidad de sanar. A lo largo de mi experiencia como psicóloga, he visto cómo el perdón transforma la vida de las personas, no solo en términos emocionales, sino también en su bienestar físico y mental.

¿Qué es realmente el perdón?

El perdón, en su esencia, es un regalo. Su origen proviene del latín per-donare, que significa “dar completamente”. Pero lo más interesante es que este regalo, aunque parezca destinado a otra persona, en realidad nos lo damos a nosotr@s mism@s. Al perdonar, liberamos esa mochila cargada de resentimientos, rencores y dolor que hemos estado llevando. Es como quitarse un peso enorme de los hombros y comenzar a caminar más liger@s por la vida.

Es importante diferenciar el perdón de otros conceptos como «justificar» o «olvidar». Perdonar no significa que debamos excusar las acciones que nos han hecho daño ni necesariamente volver a tener una relación con quien nos hirió. El perdón es para nosotr@s, para romper el vínculo emocional negativo que nos mantiene anclad@s al pasado.

Razones para perdonar

Imagina que estás arrastrando una ancla en el océano de tu vida. El rencor y el resentimiento son esa ancla que te mantiene estancad@, impidiéndote avanzar hacia nuevas experiencias. Cuando perdonamos, soltamos esa ancla, permitiendo que nuestro barco navegue libremente. Además, el perdón actúa como un antídoto contra el veneno del rencor, la ira y la amargura, permitiendo que florezcan en nosotros emociones más positivas como el amor, la compasión y la paz.

Perdonar es un regalo para el alma. Nos permite ver la vida desde una nueva perspectiva y nos conecta con nuestra propia capacidad de compasión, no solo hacia los demás, sino también hacia nosotr@s mism@s.

¿Qué sucede si no perdonamos?

Cuando no perdonamos, seguimos atrapad@s en un ciclo de sufrimiento. El resentimiento es como una flor marchita, y cada día que nos aferramos a él, esa flor se marchita un poco más. Sin embargo, al perdonar, estamos regando esa flor y permitiendo que vuelva a florecer, tanto en nuestras relaciones como en nuestra conexión con nosotr@s mism@s.

No perdonar nos afecta de manera profunda. Nos llena de emociones negativas como el estrés, la ansiedad y la amargura, afectando nuestro bienestar y nuestra salud. Al liberar esos sentimientos, creamos espacio para emociones más sanas y reconfortantes. Es como abrir una puerta cerrada en nuestro corazón, permitiendo que la luz entre de nuevo.

Perdonar no significa olvidar

Un error común es pensar que para perdonar es necesario olvidar. Esto no es cierto. Podemos perdonar sin olvidar, y eso no nos hace menos compasivos o menos humanos. A veces, perdonar significa liberar esa emoción negativa, pero también aprender a protegernos. No tenemos que mantener a la persona que nos hirió en nuestras vidas, pero podemos liberarnos del rencor que nos consume.

El perdón como un proceso personal

El perdón no ocurre de un día para otro. Es un proceso que lleva tiempo y, sobre todo, mucha paciencia con nosotr@s mism@s. Irene Villa, una mujer que siempre me ha inspirado profundamente, es un claro ejemplo de este proceso. Tras sufrir un atentado que cambió su vida, decidió que no dejaría que su corazón fuera amputado por el odio. Ella eligió perdonar, no porque fuera fácil, sino porque quería seguir adelante sin ser prisionera de su dolor.

El perdón es un viaje, no un destino. No se trata de alcanzar un punto final, sino de avanzar poco a poco, rompiendo cada eslabón de la cadena que nos ata a experiencias dolorosas. Perdonar es un regalo que nos hacemos a nosotr@s mism@s, una forma de soltar el pasado para vivir plenamente el presente.

Consejos para quienes encuentran difícil perdonar

Sé que perdonar no siempre es fácil, especialmente cuando el daño ha sido profundo. Si te cuesta perdonar, te invito a que lo veas desde una perspectiva diferente: perdonar no es para la otra persona, es para ti. Es un acto de amor propio y de liberación personal. Cada vez que decides perdonar, estás rompiendo una cadena que te mantiene anclad@ al pasado.

Piensa en alguien a quien podrías perdonar hoy. No tiene que ser un perdón inmediato, pero comienza a trabajar en ello. Recuerda que cuando perdonas, liberas a un prisionero, y ese prisionero eres tú.

Conclusión

Perdonar es un acto de valentía y liberación. No es fácil, pero es uno de los regalos más grandes que podemos darnos. Nos permite soltar el pasado, vivir en el presente y abrir nuestro corazón a nuevas posibilidades. Te invito a reflexionar sobre a quién podrías perdonar hoy y a dar ese paso hacia tu propia libertad emocional.

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Cómo atraer cosas buenas a tu vida

Claves para un enfoque positivo

A lo largo de nuestra vida, tod@s hemos conocido a personas que parecen tener suerte constantemente, como si estuvieran «bendecidas por una estrella». Pero, ¿es solo suerte? Yo creo que no. Si bien es cierto que la vida a veces parece alinearse para que las cosas salgan bien, gran parte de lo que sucede tiene que ver con nuestra actitud y con cómo enfrentamos las situaciones.

A menudo, las personas que parecen tener más suerte están simplemente más abiertas a las oportunidades y tienen una mentalidad más positiva. Pero, ¿cómo podemos atraer cosas buenas a nuestra vida? En este post, quiero compartir algunas reflexiones y claves que nos ayudarán a ser más conscientes y receptiv@s para atraer lo que queremos.

La importancia de la actitud

Creo firmemente que nuestra actitud es fundamental. El mundo mental en el que vivimos, donde coexisten nuestros miedos, deseos y añoranzas, influye en las personas y situaciones que atraemos a nuestra vida. Reflexionar sobre lo que pensamos y sentimos es el primer paso para entender por qué ciertas cosas nos suceden.

Es común escuchar a personas preguntarse por qué siempre atraen el mismo tipo de relaciones o situaciones. A menudo, esto tiene que ver con cómo nos valoramos a nosotr@s mism@s. Si tienes una autoestima baja o dañada, es probable que atraigas situaciones y personas que no te valoran o te hacen daño. La clave está en conocerse y valorarse, porque eso influirá directamente en lo que atraes a tu vida.

El poder del autoconocimiento

Uno de los pasos más importantes para atraer cosas buenas a nuestra vida es el autoconocimiento. Preguntarte «¿quién soy?» te ayuda a entender tus deseos y límites, y es esencial para cambiar patrones que no te benefician. Cuando te conoces bien, puedes identificar con mayor claridad lo que realmente quieres y lo que no.

A medida que trabajamos en conocernos, comenzamos a ver nuestras circunstancias con más claridad. Esto nos permite gestionarlas de una manera más efectiva y atraer mejores experiencias. Además, nos abre la puerta a oportunidades que antes no hubiéramos visto.

Entrenar la mente para atraer lo positivo

Nuestra mente es muy poderosa. Existen técnicas como el enfoque del sistema reticular, una parte de nuestro cerebro que actúa como un filtro y nos ayuda a focalizarnos en lo que deseamos. Si estamos enfocad@s en pensamientos negativos, el sistema reticular nos hará ver más de lo mismo. En cambio, si entrenamos nuestra mente para buscar lo positivo, comenzaremos a atraerlo a nuestra vida.

Un ejercicio sencillo que suelo recomendar es visualizar lo que deseas y confiar en que llegará. Esto no es magia, sino el resultado de cómo funciona nuestra mente y cómo se activa para encontrar esas oportunidades que antes no veíamos.

Claves para atraer cosas buenas a tu vida

Aquí te dejo algunas sugerencias prácticas para comenzar a atraer cosas buenas:

  1. Practica la gratitud: Apreciar los pequeños momentos y las pequeñas cosas puede tener un gran impacto en tu bienestar y en tu percepción de la vida.
  2. Rodéate de personas que te inspiren: No se trata de evitar a personas que puedan estar pasando un mal momento, sino de buscar aquellas que te motiven y te impulsen a ser mejor.
  3. Cuida tu bienestar: Una vida equilibrada, con hábitos saludables como el ejercicio, la buena alimentación y el descanso, te permitirá estar en un estado físico y emocional óptimo para atraer lo positivo.
  4. Sé generos@: Ayudar a los demás no solo beneficia a quien recibe tu ayuda, sino que también genera bienestar en ti. La generosidad es una excelente manera de atraer buenas energías.
  5. Aprovecha las experiencias negativas para aprender: Si bien es difícil verlo en el momento, las experiencias difíciles pueden enseñarnos lecciones valiosas. Acepta lo negativo como parte del proceso y sigue adelante.
  6. Mantén una actitud abierta y receptiva: Muchas veces, las cosas buenas llegan cuando menos te lo esperas. Mantén la mente y el corazón abiertos a lo que la vida te ofrece.

Conclusión

Atraer cosas buenas a nuestra vida no es cuestión de suerte, sino de una combinación de actitud, autoconocimiento y enfoque. Tod@s tenemos el poder de entrenar nuestra mente y nuestras emociones para atraer lo que deseamos. Confía en ti, cuídate y mantén una actitud positiva, y verás cómo poco a poco comenzarás a ver cambios en tu vida.

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La Ansiedad Rutinaria

¿Cómo Reconocerla y Gestionarla?

¡Hola a tod@s! Soy María Jesús Crespo, psicóloga y sexóloga, y hoy quiero hablaros de un tema que much@s conocemos bien: la ansiedad. Después de las vacaciones, es común que aparezca esa sensación de inquietud o malestar, como si el sistema nervioso no hubiese tenido un verdadero descanso. Este fenómeno no es raro y, en muchos casos, es una señal de que algo en nuestro día a día necesita atención.

¿Qué es la ansiedad?

La ansiedad es una respuesta natural del cuerpo ante una amenaza o un peligro. Existen diferentes tipos de ansiedad, y no todas son negativas. Por ejemplo, la ansiedad adaptativa nos ayuda a prepararnos para situaciones que requieren esfuerzo o concentración, como un examen o una presentación en público. Sin embargo, cuando esta respuesta se vuelve desadaptativa, aparece la ansiedad recurrente y persistente, aquella que nos hace sentir miedo constantemente, como si siempre estuviéramos caminando por una calle oscura sin saber si algo malo va a pasar.

¿Por qué sufrimos ansiedad?

Vivimos en una sociedad en la que la ansiedad parece estar «normalizada». La llevamos con nosotros al trabajo, a las reuniones familiares e incluso de vacaciones. Sin embargo, la ansiedad no es algo que debamos aceptar como parte inevitable de la vida. Cada vez más personas, incluid@s niñ@s, sufren de ansiedad debido a la presión, la velocidad y la exigencia constante de nuestro entorno.

Como seres humanos, la ansiedad puede aparecer en distintos momentos de la vida. Estudiantes, trabajador@s insatisfech@s, personas que han vivido situaciones traumáticas o que padecen enfermedades… son solo algunos de los perfiles más propensos a experimentarla. Incluso la herencia genética puede jugar un papel importante, lo que significa que si tu familia ha sufrido de trastornos de ansiedad, tú también podrías ser más vulnerable.

Síntomas de la ansiedad

La ansiedad se puede manifestar de muchas maneras. Entre los síntomas más comunes encontramos:

  • Dolores de cabeza.
  • Nerviosismo o irritabilidad.
  • Mareos o dificultad para tragar.
  • Sensación de ahogo o falta de aire.
  • Náuseas o malestar digestivo, debido a que el sistema digestivo es uno de los primeros afectados por el estrés.
  • Sensación de vacío o tristeza, que a veces se confunde con depresión.

Si te sientes identificad@ con algunos de estos síntomas, es probable que estés experimentando algún nivel de ansiedad.

¿Cómo gestionar la ansiedad?

En terapia, utilizo diferentes herramientas para ayudar a identificar la fuente de la ansiedad. Un ejercicio que suelo hacer con mis pacientes es la «rueda de la vida». Este ejercicio consiste en evaluar diferentes áreas importantes, como el trabajo, la familia, la pareja, la salud o el ocio. Al analizar qué áreas están desequilibradas, podemos empezar a tirar del hilo y entender de dónde proviene la ansiedad.

Además de la terapia, hay pequeños gestos que pueden ayudarnos a gestionar los momentos de ansiedad. Aquí te dejo algunos consejos sencillos y efectivos:

  • Respiración profunda: Inhalar lentamente y exhalar despacio puede ayudarte a calmar tu mente y tu cuerpo.
  • Duchas calientes: El agua caliente relaja los músculos y reduce la tensión.
  • Actividades gratificantes: Un abrazo, un paseo en la naturaleza o un rato con tu mascota pueden hacer maravillas.
  • Cuidar tus pensamientos: Recuerda que, aunque los síntomas de la ansiedad sean desagradables, no son peligrosos. Enfrentar tus miedos te hará sentir más fuerte y valiente.

Cuándo pedir ayuda profesional

Si la ansiedad se convierte en un problema crónico que afecta tu calidad de vida, no dudes en pedir ayuda profesional. Cuanto antes lo hagas, más fácil será tratarlo y evitar que se enquiste. En terapia, exploramos qué hay bajo la superficie de esa «punta del iceberg» que es la ansiedad, para encontrar soluciones que te ayuden a recuperar el equilibrio.

La ansiedad no tiene que ser una compañera de viaje permanente. Con el apoyo adecuado y pequeñas acciones en tu día a día, puedes aprender a gestionarla y llevar una vida más tranquila y plena.

¡Gracias por leerme! Si tienes alguna duda o necesitas más información, no dudes en contactarme.

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