Un puente hacia nuestro bienestar emocional
Hoy quiero hablaros de algo tan sencillo como poderoso: la gratitud. Esa emoción que a veces damos por hecha, pero que tiene la capacidad de transformar nuestra mirada sobre la vida. En estos meses, he tenido el privilegio de compartir reflexiones en un espacio de radio que me ha abierto sus puertas de forma desinteresada, un gesto que agradezco profundamente. Poder colaborar desde el corazón, sin más pretensión que aportar bienestar, ha sido para mí un regalo que valoro cada día.
La gratitud no es una moda ni una frase de agenda. Es una actitud que se entrena y se cultiva, como los músculos del cuerpo o la calma de la mente. No niega el dolor, pero lo suaviza. Nos recuerda lo que sí funciona, lo que sí está presente, lo que nos sostiene.
Cuando agradecemos sinceramente —sin buscar el aplauso ni la recompensa— estamos reconociendo lo valioso, por pequeño que parezca. Una conversación con alguien que queremos, una canción que nos calma, el aire fresco en la cara, ese café calentito que nos acompaña por la mañana… Todo cuenta.
Desde la psicología sabemos que practicar la gratitud mejora el estado de ánimo, fortalece las relaciones, reduce el estrés y hasta mejora el sueño. Pero no se trata solo de saberlo. Se trata de vivirlo.
Hoy te propongo un pequeño ejercicio: haz una pausa. Cierra los ojos, respira hondo y piensa en una sola cosa por la que hoy puedas dar las gracias. Solo una. Si te apetece, escribe tres cada noche antes de dormir. No importa si parecen simples. Lo pequeño también importa. Lo pequeño construye.
La gratitud no exige, no se impone. Solo se siente y se expresa desde el corazón. Por eso, gracias por estar al otro lado. Gracias por leerme, por escucharme, por reflexionar conmigo. Porque cada gesto, cada intercambio sincero, alimenta ese puente invisible que nos conecta como seres humanos.
💛 Con gratitud,
María Jesús Crespo
Psicóloga y sexóloga