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El Significado de Familia

El primer espejo del alma

Hoy quiero compartir una reflexión que nace de un espacio muy especial: el micrófono de la radio. Es un privilegio poder colaborar desinteresadamente en ese formato tan cercano, que me permite llegar a much@s de vosotr@s desde la palabra viva. Agradezco de corazón tener la oportunidad de ofrecer un trocito de mi trabajo y pensamiento en ese canal, y de seguir tendiendo puentes para la salud emocional.

Y hoy ese puente nos lleva a un lugar profundo: la familia. Esa palabra que tod@s conocemos bien, y que encierra un mundo de significados, emociones, heridas y gratitudes. ¿Qué es para ti la familia? Para mí, es el primer espejo del alma.

La familia es muchas cosas a la vez: puede ser nido y puede ser tormenta. Puede cobijar, pero también herir. No todas las familias son refugio, y sin embargo, tod@s venimos de una. Por eso, hablar de la familia es, en el fondo, hablar de nosotr@s mism@s.

Algun@s crecimos en cunas cálidas, otr@s aprendimos a sobrevivir desde la carencia. Pero en ambos casos, hay algo que nos marca, que nos acompaña, que nos enseña —incluso aunque ya no esté. Y a veces, cuando el vínculo con la familia de sangre no fue nutridor, elegimos crear la nuestra: con parejas, hij@s, amig@s, tribus que sostenemos y que nos sostienen.

Es importante reconocer que incluso dentro del amor, puede haber control, sacrificio excesivo, o ausencia emocional. A veces, una madre que lo da todo sin dejarse espacio a sí misma, deja en sus hij@s la sensación de culpa si eligen otro camino. A veces, un padre que estuvo físicamente, pero emocionalmente ausente, deja un vacío difícil de nombrar. Hablar de estas heridas no es traicionar a nadie; es mirarlas con ternura, con honestidad, sin juicio. Sanar es agradecer lo que sí hubo, pero también soltar lo que ya no necesitamos cargar.

Y sanar no es justificar. Es entender que lo que nos dolió no fue nuestra culpa. Es dejar de repetir patrones, es poner límites, es cuidarnos, es elegirnos. Porque sí, se puede reconstruir, con amor, a nuestro modo y a nuestro ritmo.

Hoy, Día Internacional de la Familia, quiero invitarte a que te preguntes:

¿Qué parte de tu familia vive en ti? ¿Y cuál ya no necesitas seguir cargando?

Porque la familia, a veces, también se elige. Y el mayor acto de amor puede ser soltar, para poder abrazar(nos) mejor.

Con gratitud,
María Jesús Crespo
Psicóloga y Sexóloga

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Cuando se apaga la luz

Un apagón que nos iluminó por dentro

Quiero comenzar este post con unas palabras de gratitud. Colaborar con la radio de forma voluntaria me llena el corazón. Poder compartir reflexiones y conocimientos, sin más pretensión que la de aportar algo de luz (paradójicamente), es para mí un regalo. Gracias por abrirme ese espacio y confiar en mi voz como profesional y como persona.

El otro día vivimos algo tan simple y tan complejo a la vez como un apagón. De pronto, sin previo aviso, todo se detuvo. Yo estaba en una consulta médica cuando empezó: una señora comentó que el ascensor no funcionaba y, al poco, mi hijo me escribió preocupado desde Madrid. A los minutos, nada funcionaba. Pantallas apagadas, semáforos sin luz, negocios paralizados… Y un extraño silencio cubriendo las calles.

Enseguida lo sentí: ¿qué está pasando? ¿Estamos bien? ¿Dónde está mi gente? Esa necesidad instintiva de conexión, de saber, de tenerlo todo bajo control. Y lo cierto es que no podíamos hacer nada. Nos enfrentamos a lo que en psicología llamamos “interrupciones abruptas del cotidiano”, momentos en que el cerebro entra en alerta, como si quisiera protegernos ante lo desconocido.

Y sin embargo, también ocurrió algo precioso: la pausa. El apagón nos obligó a parar, a mirar alrededor, a escuchar. A reflexionar. Vi a personas salir a la calle, mirar a otras, buscar consuelo en una mirada o una palabra. Nos sentimos vulnerables, sí, pero también nos encontramos.

El apagón nos recordó lo dependientes que somos de la tecnología, pero también nos enseñó que, incluso sin wifi, sin hornos, sin móviles… seguimos siendo tribu. Personas que se ayudan, que comparten velas, gas, palabras y compañía. Incluso hubo quien rescató juegos de mesa y quien, como yo, vivió la noche a la luz de una vela, con juegos y conversación.

No todas las personas lo vivieron igual, claro. Para algunas fue una anécdota; para otras, una experiencia angustiante, atrapadas en ascensores o desconectadas de aparatos médicos vitales. Y esto también hay que decirlo: no todos los cuerpos ni todas las situaciones tienen la misma resiliencia.

La experiencia nos dejó una lección: la luz puede apagarse fuera, pero la que encendemos dentro al conectar con l@s demás es difícil de extinguir. Y esa, al final, es la que realmente necesitamos cuidar.

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Renacer en Primavera

Después del Silencio, el Brote

Hola, soy María Jesús Crespo, psicóloga y sexóloga, y hoy quiero invitarte a hacer una pausa. A mirar dentro. A dejar que la primavera —esta estación que tanto me gusta— nos inspire a florecer desde lo más profundo.

Después de los días de recogimiento y silencio que muchos vivimos en Semana Santa, llega ese momento del año en que la naturaleza se despereza. Los brotes asoman, la luz se alarga y la vida —casi sin pedir permiso— se vuelve a mover. Y nosotros, aunque no siempre lo notemos de inmediato, también cambiamos con las estaciones.

¿Qué necesitas soltar para dejar espacio a lo nuevo?

Primavera es renacimiento. Pero para florecer, antes hay que soltar. ¿Qué pensamientos, hábitos o emociones estás arrastrando y ya no te sirven?

En consulta lo veo a diario: personas aferradas al «no puedo», al «no merezco», al «ya no tengo edad». Y cuando por fin sueltan… ¡brotan! Porque soltar no es perder, es hacer espacio para lo verdadero.

Y sí, a veces soltar duele. A veces la vida nos obliga a hacerlo sin preguntar. Y duele. Pero también alivia. Y abre. Y limpia.

Hazle hueco a lo que sí quieres

Quiero proponerte algo: ¿y si esta primavera te das permiso para volver a desear? Para rescatar esa idea, ese proyecto, ese sueño que aparcaste por miedo, por cansancio, por no verte capaz. Como mi prima, que con 50 y tantos decidió sacarse la ESO y se va a Italia a vivir una nueva aventura. ¿Por qué no tú?

Tal vez sea el momento de recuperar esa voz que apagaste para encajar. De volver a escucharte y decir, con ternura y sin disfraz, lo que realmente sientes. Porque florecer no es perfección: es autenticidad.

El miedo no se va con fuerza, se disuelve con movimiento

No esperes a que desaparezca el miedo. No lo hará. El miedo no se vence luchando contra él, sino caminando con él. Dando un paso. Y luego otro. Porque lo perfecto no florece, lo verdadero sí.

Así que, querid@ lector@, esta primavera no la dejes pasar como una más. Pregúntate:
🌱 ¿Qué deseo guardado quiero regar hoy?
🌱 ¿Qué parte de mí necesita luz, movimiento, vida?

Y permítete brotar.

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La Felicidad

Un Camino de Construcción Diaria

La felicidad es un anhelo universal. Tod@s queremos ser felices, aunque muchas veces no sepamos cómo. Es un concepto tan amplio y subjetivo que cada persona lo experimenta de manera diferente. Pero, ¿qué significa realmente ser feliz?

Placer Instantáneo vs. Bienestar Duradero

Podemos diferenciar entre dos tipos de felicidad. Por un lado, está el placer momentáneo, esa alegría fugaz que sentimos al disfrutar de un postre delicioso, comprar algo que nos gusta o recibir un halago. Son momentos valiosos, pero pasajeros. Por otro lado, está el bienestar duradero, una felicidad más profunda que surge de tener un propósito, crecer personalmente y dar significado a nuestra vida.

La verdadera felicidad no solo depende de estímulos externos, sino de cómo vivimos y percibimos nuestra realidad. Cuanto más felices seamos, más impacto positivo tendremos en quienes nos rodean. Invertir en nuestra felicidad no es un lujo, sino una necesidad. Es una transformación que influye en nuestro bienestar y en nuestra comunidad.

¿Cómo Cultivar la Felicidad?

Existen diversas estrategias para nutrir nuestra felicidad de manera consciente y sostenible:

  • Practicar la gratitud: Focalizarnos en lo que tenemos en lugar de lo que nos falta genera bienestar. Un ejercicio útil es pensar en tres cosas por las que estamos agradecid@s cada noche antes de dormir. Con el tiempo, nos damos cuenta de la cantidad de cosas positivas que pasan desapercibidas en nuestro día a día.
  • Cuidar la salud mental y emocional: No significa estar bien todo el tiempo, sino aprender a gestionar nuestras emociones y pedir ayuda cuando lo necesitemos.
  • El poder del mindfulness: La felicidad está en el presente. Darnos un momento para respirar profundamente y conectar con nuestro cuerpo sin juzgar nos ayuda a salir del piloto automático y a ser más conscientes.
  • Establecer pequeñas metas alcanzables: Cada objetivo logrado genera satisfacción y refuerza nuestra autoestima, dándonos un sentido de propósito.
  • Ejercicio y relaciones saludables: La actividad física y rodearnos de personas positivas influyen directamente en nuestro estado de ánimo.
  • Autocuidado emocional: La felicidad no solo se basa en lo que hacemos por los demás, sino también en lo que hacemos por nosotr@s mism@s. Tomarnos tiempo para descansar y relajarnos es fundamental.

Mitos Sobre la Felicidad

A menudo, caemos en creencias erróneas sobre la felicidad:

  • “Tener más dinero me hará más feliz.” Si bien el dinero ayuda a cubrir necesidades básicas y aporta comodidad, no es un factor determinante para la felicidad a largo plazo.
  • “Ser feliz es estar siempre alegre.” No. La felicidad no significa eliminar emociones como la tristeza, el enojo o el miedo, sino aprender a gestionarlas.
  • “El éxito me traerá felicidad.” Creemos que alcanzar ciertas metas como el trabajo soñado, casarnos o comprar una casa nos hará felices automáticamente. Sin embargo, la felicidad no está en un destino, sino en el proceso.

Para acabar…

La felicidad no es un punto de llegada, sino un camino de construcción diaria. A través de pequeñas acciones, podemos cultivarla y hacer de nuestra vida un viaje más pleno y significativo. ¿Y tú, qué haces hoy por tu felicidad?

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Duele Ser Mujer

Un acto de resistencia y equilibrio para avanzar

Ser mujer hoy es un constante equilibrio entre lo conquistado y lo que falta por lograr. Es mirar hacia adelante con la satisfacción de los avances, pero también con la incertidumbre de todo lo que aún pesa sobre nosotras. Es una lucha diaria entre la exigencia y la libertad, entre lo que se espera de nosotr@s y lo que realmente queremos ser.

Desde pequeñas nos han inculcado la idea de que “para estar guapas hay que sufrir”. Lo decían nuestras abuelas mientras nos peinaban con tirones de cepillo, y lo seguimos sintiendo hoy en día de muchas maneras. Nos dicen que debemos ser fuertes, pero sin perder nuestra dulzura; que debemos ser exitosas, pero sin descuidar el hogar; que debemos ser independientes, pero sin dejar de ser deseables. Nos presionan con la belleza, con la maternidad, con el trabajo, con la edad.

Y duele.

Duele darnos cuenta de que nos han enseñado a normalizar el sufrimiento, a soportarlo en silencio. Duele la culpa que nos persigue: la de no ser la madre perfecta, la esposa ideal, la profesional impecable. Duele la violencia sutil, las bromas disfrazadas de cariño, los juicios constantes sobre nuestro cuerpo. Duele saber que, incluso en una sociedad que dice haber avanzado, seguimos sintiendo miedo al volver solas a casa por la noche.

Pero también, ser mujer es un acto de resistencia.

Porque, a pesar del dolor, encontramos maneras de sostenernos unas a otras. Construimos redes de apoyo, creamos espacios seguros donde compartir nuestras dudas, nuestras emociones, nuestras luchas. Aprendemos a reírnos de lo que nos pesa, a mirar con ojo crítico lo que antes dábamos por hecho. Nos damos cuenta de que lo que nos duele no es personal, sino social, y que el cambio no solo es posible, sino necesario.

Ser mujer es aprender a desafiar lo que nos impusieron. Es reconocer que no tenemos por qué cargar con todo. Es permitirnos sentir, enfadarnos, reírnos, soltar. Es entender que el feminismo no es una lucha contra los hombres, sino contra un sistema que también les hace daño a ellos. Porque también se les ha enseñado a reprimir su tristeza, a ocultar su vulnerabilidad, a medir su valía en función de lo que proveen.

Nos queda camino por recorrer, pero el hecho de reconocer todo esto ya es un paso enorme. Dejemos de normalizar el dolor y empecemos a vivir con más libertad y autocompasión. Nos lo merecemos.

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Autoestima y Autodescubrimiento

El Poder de Ser Nosotras Mismas

El pasado 8 de marzo nos recordó, una vez más, la importancia de reivindicar nuestro espacio, nuestra voz y, sobre todo, nuestro bienestar emocional. Como psicóloga y sexóloga, cada día acompaño a mujeres en sus procesos de autoconocimiento y autoestima. Y es que la autoestima no es un regalo con el que nacemos, sino una semilla que debemos cultivar.

La Autoestima: Un Superpoder Que Se Construye

Siempre me gusta decir que la autoestima es nuestro superpoder. Es la capacidad de reconocernos, valorarnos y confiar en nosotr@s mism@s. No se trata solo de sentirnos bien con nuestro cuerpo, sino de respetarnos y creer en nuestras capacidades. Una autoestima saludable nos ayuda a tomar decisiones sin miedo al juicio ajeno y a construir relaciones que nos sumen, no que nos resten.

Señales de una Autoestima Saludable

Si te preguntas si tu autoestima es fuerte, observa estas señales:

  • Te aceptas tal y como eres, reconociendo tanto tus virtudes como tus áreas de mejora.
  • Pones límites sin culpa y te hablas con amor en lugar de ser tu peor crítica.
  • Cuidas tu bienestar físico y emocional.
  • Aceptas los errores como parte del aprendizaje en vez de castigarte por ellos.
  • Te sientes libre de expresar tus pensamientos y emociones.

El Autocuidado: Un Acto de Amor Propio

El autocuidado es una pieza clave en la construcción de una autoestima sana. Es decirle a nuestro cuerpo, mente y emociones que merecemos amor y bienestar. Y sí, el autocuidado va mucho más allá de una tarde de spa.

¿Cómo Cuidarnos?

  1. Cuerpo: Descansa lo suficiente, aliméntate con amor y encuentra una actividad física que disfrutes. No se trata de hacer ejercicio por obligación, sino de conectar con tu cuerpo a través del movimiento.
  2. Mente: Cambia tu diálogo interno. Háblate con la misma amabilidad que le hablarías a una amiga. Aléjate de personas y situaciones que te drenan energía y aprende a desconectar del ruido digital.
  3. Emociones: Escúchate, aprende a decir «no» sin culpa y date permiso para disfrutar de lo que te hace feliz.

Dependencia Emocional: Rompiendo Cadenas

Un tema clave en el autodescubrimiento femenino es la dependencia emocional. Cuando creemos que necesitamos a alguien para ser felices, nos volvemos vulnerables a relaciones dainas y al miedo al abandono. Esto no ocurre solo en parejas, también puede darse en amistades o incluso en la relación con nuestr@s hij@s. Es fundamental aprender a estar con nosotr@s mism@s y priorizar nuestras propias necesidades.

Socializar y Conectar: Una Necesidad Humana

A pesar de vivir en una sociedad cada vez más individualista, rodearnos de personas que nos nutran es esencial para nuestra autoestima. Reír, compartir y sentirnos apoyad@s fortalece nuestro bienestar emocional.

Cuidarnos no es egoísmo, es un acto de amor propio. En este viaje de autodescubrimiento, recuerda que mereces amor, respeto y bienestar, no solo el 8 de marzo, sino cada día de tu vida.

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El carnaval y nuestras máscaras

Las máscaras diarias que nos ponemos

El carnaval es una de esas fechas mágicas donde nos permitimos jugar con la identidad, disfrazarnos y adoptar nuevos roles sin miedo a ser juzgad@s. Pero, más allá de la fiesta, en nuestra vida diaria también llevamos puestas máscaras, aunque no sean de purpurina y lentejuelas.

En psicología, hablamos de «máscaras» para referirnos a esos roles que adoptamos según la situación, como mecanismo de defensa o para encajar en determinados entornos. Muchas veces, sin darnos cuenta, usamos estas máscaras para ocultar emociones, protegernos o incluso manipular la percepción que los demás tienen de nosotr@s.

Máscaras que tod@s usamos

Por ejemplo, la «máscara del fuerte» la llevan esas personas que aparentan ser inquebrantables, cuando en realidad pueden estar llenas de miedos e inseguridades. O la «máscara de la simpatía», que utilizamos cuando exageramos nuestra amabilidad para evitar conflictos y esconder lo que realmente sentimos.

Otra muy común es la «máscara del perfeccionista», que nos hace sentir la necesidad de hacer todo impecable, a menudo para evitar la crítica y sentirnos valios@s. Pero esta, como muchas otras, puede acabar generando agotamiento emocional.

También encontramos la «máscara del indiferente», esa que adoptamos cuando fingimos que algo no nos importa, cuando en realidad lo que buscamos es ocultar nuestra vulnerabilidad. O la «máscara del éxito», que nos lleva a definirnos por nuestros logros profesionales o materiales, buscando reconocimiento y validación externa.

¿Cuándo se vuelven un problema?

Llevar estas máscaras no siempre es negativo. A veces, usarlas de manera consciente y puntual nos ayuda a afrontar determinadas situaciones, como cuando un ponente se pone la «máscara de seguridad» para hablar en público. El problema surge cuando estas máscaras se vuelven permanentes y terminamos por olvidar quiénes somos en realidad.

Muchas personas llegan a terapia sintiendo un gran vacío interno, sin saber por qué. Y en muchos casos, la razón es que han vivido tanto tiempo bajo una máscara que han perdido el contacto con su verdadera identidad.

El carnaval como espejo de nuestros deseos

Curiosamente, en carnaval nos atrevemos a explorar aspectos de nuestra personalidad que quizá no mostramos en el día a día. Una persona tímida podría disfrazarse de alguien extrovertido, como una manera de probar cómo se sentiría en ese papel. O alguien podría elegir un disfraz de jueza, pirata o bandido, simbolizando deseos internos de autoridad, rebeldía o transgresión.

Incluso hay quienes aprovechan el carnaval para experimentar con su identidad de género, disfrazándose de una manera que normalmente no se atreverían. Y esto es válido, porque a través del juego y la simbología de los disfraces, podemos descubrir facetas de nosotr@s mism@s que estaban ocultas.

Quitarse la máscara

El reto está en identificar cuándo una máscara nos ayuda y cuándo nos está limitando. Preguntarnos qué papel estamos representando en cada momento y si lo hacemos por elección propia o por miedo al rechazo.

El autoconocimiento es clave. Permitámonos explorar nuestras emociones sin miedo y recordemos que la autenticidad, aunque a veces nos haga sentir vulnerables, también es la forma más genuina de conectar con l@s demás. Así que, cuando acabe el carnaval y guardemos los disfraces, pensemos en cuáles de nuestras máscaras diarias queremos seguir usando… y cuáles ya es hora de dejar atrás.

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El amor en todas sus formas

Reflexiones sobre el amor

San Valentín ya ha pasado, pero el amor no es algo que se celebre un solo día al año. De hecho, si hay algo que deberíamos tener claro, es que el amor está presente en cada momento de nuestra vida y se manifiesta de muchas maneras. No solo es el amor romántico el que nos hace vibrar, sino que existen distintos tipos de amor que enriquecen nuestra existencia. Hoy quiero compartir con vosotr@s una reflexión sobre las distintas formas en las que el amor se presenta en nuestras vidas y cómo podemos aprender a reconocerlas y valorarlas.

El amor romántico y sus fases

El amor romántico es, sin duda, el gran protagonista de San Valentín. Es ese amor que nos acelera el corazón, nos llena de mariposas y nos hace sentir en una burbuja de pasión. Sin embargo, es importante entender que este tipo de amor evoluciona con el tiempo. No podemos pretender que la intensidad del enamoramiento inicial se mantenga de forma indefinida. Con el paso de los años, este amor se transforma, se vuelve más cálido, cómplice y profundo. Y esto no es malo, al contrario, es signo de madurez emocional.

El amor familiar y de amistad

No solo amamos a nuestras parejas, sino también a nuestra familia y amig@s. El amor familiar es ese vínculo incondicional que nos une a nuestros seres queridos y que se basa en el cuidado y el respeto mutuo. Es el amor que nos acompaña desde la infancia y nos da raíces.

Por otro lado, el amor de amistad es igual de valioso. Nuestras amistades son esos lazos que elegimos y que nos acompañan a lo largo de la vida. Son relaciones basadas en la confianza, la sinceridad y el apoyo mutuo. Quién no ha sentido alguna vez que una amistad es casi tan importante como una relación de pareja.

El amor incondicional y el amor propio

Existe un amor que muchas veces se pasa por alto, pero que es fundamental: el amor incondicional. Se trata de un amor desinteresado, que se da sin esperar nada a cambio. Lo vemos en el amor de una madre o un padre hacia su hij@, en la solidaridad, en la entrega hacia los demás. Sin embargo, este tipo de amor no siempre es sano en una relación de pareja. En una relación amorosa, debe haber reciprocidad y equilibro; no podemos darlo todo sin recibir nada.

Por último, pero no menos importante, está el amor propio. Si hay un amor fundamental en nuestra vida, es el que sentimos por nosotr@s mism@s. Una persona que se quiere, que se respeta y que se cuida, es una persona que puede construir relaciones sanas con los demás. El amor propio no es egoísmo, sino una base imprescindible para poder amar a los demás sin perdernos a nosotr@s mism@s en el camino.

Mitos del amor romántico: desmontando falsas creencias

Nos han vendido la idea de que el amor lo puede todo, que es para siempre y que si alguien nos ama, cambiará por nosotr@s. Pero, ¿es esto realista? La realidad es que el amor no es suficiente si no hay respeto, compatibilidad y valores compartidos.

También nos dicen que «los celos son una prueba de amor», cuando en realidad son una señal de inseguridad. Revisar el móvil de la pareja no es amor, es desconfianza. Es importante entender que el amor debe hacernos crecer y sentirnos libres, no ser una prisión.

Conclusión: Celebremos el amor todos los días

San Valentín es una fecha bonita, pero el amor no necesita un día especial para ser celebrado. Amemos en todas sus formas: a nuestras parejas, a nuestra familia, a nuestros amigos y, sobre todo, a nosotr@s mism@s. Porque el amor, cuando es sano y equilibrado, es la energía que nos impulsa en la vida.

Y vosotr@s, ¿qué tipo de amor os resuena más? Os leo en los comentarios.

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La magia de la radio

Acompaña, emociona y conecta

El 13 de febrero celebramos el Día Mundial de la Radio, un medio que ha estado presente en nuestras vidas de una forma muy especial. A lo largo del tiempo, la radio ha demostrado ser mucho más que un canal de información: nos consuela, nos motiva y nos conecta con nuestras emociones. Pero, ¿qué es lo que realmente hace que la radio tenga ese poder sobre nosotr@s?

La radio y las emociones

Seguro que much@s de vosotr@s os habéis sentido acompañad@s en momentos de soledad gracias a la radio. Esa sensación de encenderla y escuchar una voz cercana que nos habla directamente puede cambiar por completo nuestro estado de ánimo. Y no es magia, es ciencia: nuestro cerebro reacciona a las voces como si fueran presencias físicas, haciéndonos sentir menos sol@s y más conectad@s con el mundo.

También la música que nos regala la radio tiene un impacto directo en nuestras emociones. A veces, sin esperarlo, suena una canción que nos devuelve un recuerdo bonito o que nos inyecta energía en un día gris. La música nos ayuda a liberar tensiones, a conectar con nuestra historia personal y a canalizar emociones que, de otro modo, quizá nos costaría gestionar.

La diferencia entre la radio y las redes sociales

Vivimos en un mundo en el que estamos sobreexpuestos a la información visual. Redes sociales, televisión, publicidad… Nuestros ojos están constantemente recibiendo estímulos, lo que a menudo nos genera fatiga mental. La radio, en cambio, nos permite enfocarnos solo en el sentido del oído, dejando espacio para la imaginación y la creatividad. No impone imágenes, sino que permite que cada persona cree las suyas propias, en un espacio mucho más íntimo y menos invasivo.

Además, la radio tiene la gran ventaja de poder acompañarnos en cualquier momento: mientras trabajamos, conducimos o hacemos las tareas del hogar. No exige que estemos sentad@s frente a una pantalla, sino que fluye con nuestro día a día sin interferencias.

La radio como herramienta terapéutica

En consulta, muchas veces me encuentro con pacientes que me cuentan cómo una canción o un programa de radio les ha ayudado a gestionar una emoción complicada. La radio nos da palabras que tocan el alma, que nos hacen ver la vida con otros ojos y que, en momentos difíciles, se convierten en un refugio.

Las palabras tienen poder. Un mensaje de aliento, una reflexión compartida, una historia que nos inspira… Todo esto llega a nosotr@s a través de la radio, en un formato que es cercano y humano. Escuchar una voz cálida, que habla con sinceridad y empatía, es como recibir un abrazo sonoro.

Mi experiencia con la radio

Desde que empecé a participar en la radio, he descubierto el inmenso valor que tiene este medio para transmitir emociones y conocimientos. Al principio, como tod@s, sentía ese nerviosismo de salir en antena, pero pronto entendí que la radio es una conversación con quien está al otro lado, escuchando.

Es un privilegio poder compartir a través de la radio reflexiones sobre la psicología y la sexualidad, acercando estos temas de manera natural y accesible a tod@s. Porque la radio, al final, es eso: un espacio de conexión, de aprendizaje y de compañía.

La radio sigue viva

A pesar del avance de las tecnologías y la aparición de nuevas plataformas de comunicación, la radio sigue ocupando un lugar especial en nuestros corazones. Es un medio que evoluciona, pero que nunca pierde su esencia: la capacidad de acompañarnos, emocionarnos y unirnos a través de la voz y la música.

Hoy, en el Día Mundial de la Radio, quiero celebrar este medio maravilloso y agradecer a tod@s l@s que cada día encienden la radio para informarse, disfrutar y sentirse un poquito menos sol@s. ¡Larga vida a la radio!

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Reconociendo el abuso emocional

Cuando el dolor no deja marcas visibles

El abuso emocional es una de las formas de violencia más invisibles y, a la vez, más devastadoras. No deja moretones en la piel, pero puede rompernos por dentro, haciéndonos dudar de nosotros mismos, de nuestra percepción y hasta de nuestra propia valía.

En mi consulta como psicóloga y sexóloga, veo a muchas personas que llegan con heridas que no se ven a simple vista, pero que han calado hondo en su autoestima y en su forma de relacionarse con el mundo. ¿Cómo identificarlo? ¿Cómo salir de ese círculo? Hoy quiero hablar de ello y, sobre todo, ofrecer herramientas para que puedas protegerte o ayudar a alguien que lo necesite.

¿Qué es el abuso emocional?

Es un patrón de comportamiento que busca ejercer poder y control sobre otra persona a través de la manipulación psicológica, la desvalorización y la humillación. Se da en diferentes ámbitos: la pareja, la familia, el entorno laboral, las amistades… Y sí, a veces crecemos rodeados de abuso emocional sin darnos cuenta, porque lo hemos normalizado.

Algunas señales de alerta incluyen:

  • Manipulación: Te hacen dudar de lo que sientes, piensas o decides.
  • Luz de gas: Niegan lo evidente y distorsionan la realidad para hacerte creer que estás exagerando o que lo imaginaste.
  • Críticas constantes: En vez de valorar lo que haces bien, se enfocan en lo que consideran que haces mal.
  • Burlas disfrazadas de bromas: Te hacen comentarios hirientes y cuando reaccionas, te dicen: «Era una broma».
  • Amenazas veladas: «Si me dejas, me mato» o «Sin mí no vas a ser nadie».

Si alguna de estas situaciones te resulta familiar, es posible que estés en una relación de abuso emocional.

¿El abusador siempre es consciente de lo que hace?

A veces sí, y lo hace de forma premeditada para obtener control. Otras veces, reproduce patrones aprendidos en su infancia, sin ser del todo consciente. Pero lo importante aquí no es entender por qué lo hacen, sino saber que tú no tienes por qué aguantarlo.

Salir del abuso emocional: Primeros pasos

  • Pon nombre a lo que vives: Identificar que sufres abuso emocional es el primer paso para salir de él.
  • Rodéate de apoyo: Habla con personas de confianza o busca ayuda profesional. No estás solo.
  • Refuerza tu autoestima: El abuso emocional mina tu confianza en ti mismo. Trabajar en tu amor propio es clave para romper con esta dinámica.
  • Aprende a poner límites: «No» es una frase completa. No tienes que justificarte ni convencer a nadie de por qué algo te hace daño.
  • Eduquemos en emociones desde la infancia: Un niño que aprende a identificar sus emociones y a poner límites será un adulto menos vulnerable a relaciones tóxicas.

Tú mereces relaciones sanas

Si este tema te ha resonado, si te has sentido identificado o si crees que alguien cercano podría estar pasando por esto, no lo ignores. Hablar de ello es el primer paso para romper el silencio.

Recuerda: tu bienestar emocional es importante y mereces relaciones en las que te sientas valorado, respetado y libre.

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